viernes, 8 de enero de 2016

Soy de los tuyos, Señor




¿Soy de los tuyos, Señor?

Me dicen que fui bautizado,
pero no sé muy bien, Señor,
hasta qué punto soy de los tuyos,
de tu grupo, de tu familia, de tus ideas,
de los que defienden, sin fisuras,
tu Palabra sin riesgo de ser descafeinada.
Dicen que, el Espíritu, quema
y me siento un tanto frío.
Me advierten que, el  Bautismo,
es un punto de salida
y frecuentemente me instalo en mis intereses.

¿Soy  de los tuyos, Señor?
Me recuerdan que, ser de los tuyos,
es optar por tu Palabra, por tu vida,
por tu mensaje, por tu cruz,
por tus caminos y por tus contradicciones.
Y, cuántas veces, Señor,
me dejo guiar exclusivamente
por el vocerío del mundo,
amañar por las sensaciones del simple escaparate,
seducir con fuegos artificiales,
asustar por el sufrimiento,
o añorar y buscar atajos,
sin que me digan que soy de los tuyos.

¿Soy  de los tuyos, Señor?
Ayúdame, Señor,
a convertirme, para estar cerca de Ti,
a liberarme, para dedicarme a Ti,
a llenarme de tu Espíritu,
para ofrecerme al pregón de tu Reino.
Que tu Bautismo, Señor,
sea para mí, causa de crecimiento,
llamada a la sinceridad y a la valentía,
a la generosidad y al testimonio,
a la verdad y a la firme respuesta.
Amén.

P. Javier Leoz

SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR



SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR

Señor Dios:
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante ti.
¡Te necesito, Señor Dios!,
porque sin ti mi vida se seca.
¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida
a la naturaleza que tú has creado;
en la trasparencia del horizonte
lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas
los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!
Quiero encontrarte en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!
Quiero encontrarte en el rostro
de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
¡Tengo que verte!
Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del
encuentro cara a cara contigo.
Amén.
(Enviado por Norma Toranzo)