domingo, 27 de febrero de 2011

ORACION DE LA ALEGRIA





"ORACION DE LA ALEGRIA"

JESUCRISTO:
¡Qué alegría!
saber que estás de mi parte,
haga lo que haga,
Jesucristo, por tu amor.

¡Qué alegría!
sentir que me aceptas como soy,
y que no necesitas que me justifique,
Jesucristo, por tu amor.

¡Qué alegría!
comprobar tu fidelidad inagotable,
inamovible como la Roca,
Jesucristo, por tu amor.

¡Qué alegría! poder decirte "Te quiero",
y tú creértelo a pesar de todo,
Jesucristo, por tu amor.

¡Qué alegría!
hacer contigo de la vida una historia de amor,
hecha de holas y adioses,
por tu amor.

¡Qué alegría!
descubrir que otros te aman y que Tú les amas,
y saber que sus amores,
como el mío te son imprescindibles,
Jesucristo, por tu amor.

¡Qué alegría!
poder regalarte algo
de todo lo que tú me has dado antes,
Jesucristo, por tu amor.

¡Qué alegría!
tenerlo todo en Ti,
no teniendo yo nada,
Jesucristo, por tu amor.

¡Qué alegría me da Señor,
que me quieras tanto!
Jesucristo, por tu amor.

Amén

(Padre José María Garbayo S.)

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COMO VIVIR AL ESTILO DE JESUCRISTO

La oración diaria nos ayudará a tener una vida
interior que nos dispondrá a vivir al estilo de Jesús.

La vida interior es un aspecto fundamental y esencial
de la vida cristiana y apostólica. Robustecer el alma,
nutriéndola cada día con alimento sano, con la clara
conciencia de nuestra vocación cristiana y de nuestra
misión. La frivolidad ha sido siempre la corruptora de
las almas.

La fuente de la verdadera felicidad se encuentra en
el interior de cada ser humano, donde Dios se hace
paz, alegría, gozo, serenidad para quienes viven en
amistad con El, y no en las cosas exteriores.

Debemos tener mucha vida interior, mucha vida de
unión con Dios, mucha capacidad de interiorización
personal, mucho crecimiento en profundidad, porque
ahí es donde realmente se es feliz.

¿Qué es la vida interior? : Es muy natural y sencilla,
porque es simplemente la unión real, natural, personal
y constante con Dios, fundada en la vida de gracia.

Es la identificación del corazón y voluntad con la
voluntad santísima de Dios, "hasta tener los mismos
sentimientos de Cristo".
Es la actitud de amor filial y confiado que obliga
a mantener con Dios una postura de un hijo amante de
su Padre.

Consecuencias de la vida interior:
La vida interior permite al ser humano, como fruto
de su unión con Dios y de su identificación con su
voluntad, vivir en permanente contacto con El a
través de todas las cosas y de todos los
acontecimientos de la vida.

MEDIOS PARA FORMAR EL HABITO VIVIR SEGUN EL ESPIRITU:
- Amar la vida de oración.
- Que nuestra oración esté amasada de fe, humildad,
agradecimiento, adoración, confianza, silencio y
perseverancia.
- Vida sacramental, especialmente la Eucaristía.
- Vida de Sagrario.
- Docilidad y apertura a las inspiraciones del
Espíritu Santo.
- Vida teologal.
- Espíritu de silencio y reflexión.
- Lectura espiritual.
- La guarda de los sentidos internos y externos.
- Contemplar la magnífica figura e imitar el ejemplo
de nuestra Madre, la Santísima Virgen.


"¡BUENOS DIAS, SEÑOR…!"


"¡BUENOS DIAS, SEÑOR…!"

¡Buenos días, Señor!.
Un nuevo día que me regalas.
Gracias con toda la fuerza
de que soy capaz.
Gracias por este nuevo amanecer.
Gracias por este nuevo empezar.
Gracias por tu presencia que me
acompañará en toda la jornada.

Quiero comenzar este nuevo día
con entusiasmo, con alegría
re-estrenada, con ilusión nueva.
Me da seguridad el saber que
Tú estas a mi lado: en mi familia,
en mis amigos, en la gente
con la que me voy a encontrar,
en mi propia persona.

Te ofrezco mi trabajo de este día.
que mi esfuerzo sea fecundo,
sirva para la felicidad de los demás
y me ayude a encontrar mi propia paz.
que, con mi trabajo, mi día sea
un pedacito del mundo que busco y sueño.
Ayúdame a llenarlo de entrega y amor.

Señor, que hoy viva de tal manera
que cuantos se acerquen a mi descubran
tu presencia y tu ternura.
Buenos días, Señor.
por este nuevo día que me regalas.

Amén
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TIPS PARA HACER ORACION…

¿Cómo hablarles de Dios a los niños?
Todos los padres no tienen una vida guiada por la fe
que puedan transmitir a sus hijos. Y, sin embargo,
sienten la necesidad confusa de "darles una educación
cristiana". ¿Cómo ayudarles? ¿Cómo enseñarles a orar
desde chiquitos?
Las preguntas les llueven a los padres más jóvenes
cuando sus niños comienzan a decirles cosas como éstas:
«¿Pero donde está Dios, papi?», «¿Por qué no lo
veo?».
Y confiesan que no saben qué responder a sus hijos.
Los más pequeños asimilan por ósmosis, las vivencias
de los mayores (tanto de fe como de incredulidad).
A través de las realidades familiares en los primeros
años, y del ambiente que viva más tarde en la escuela,
irá despertándose en ellos la idea de Dios.
Son los «gestos» cotidianos los que conducen a los
niños a Dios: sentarse a la mesa preparará la Eucaristía;
el perdón a los hijos iniciará en el sacramento de la
Penitencia (o sacramento del gozo y de la amistad);
el diálogo que los mayores mantengan con ellos les abrirá a
la oración cristiana.

¿Cómo hablarles de Dios?

Desde el cultivo de los valores humanos como
plataforma necesaria sobre la que iniciaremos
en la fe a los pequeños.
- Enseñarles un Dios papá que los ama mucho
- Descubrir a los otros.
- Fomentar la confianza en ellos mismos.
- Formarles en el gusto por el esfuerzo y la superación.
- Estimularles para que sepan afrontar el riesgo.
- Despertarles la admiración por lo bello, lo gratuito...
- Desarrollar la capacidad de escucha, de reflexión,
de silencio...
- Gustar la amistad, el perdón, el compartir...

Y, sobre esta base en su educación humana, presentarles
a Dios desde su realidad, desde sus experiencias fundamentales.
Estas experiencias se fundamentan en:

El descubrimiento de la vida. La vida es el gran
regalo de Dios. El Señor es nuestro Creador.
El ha hecho todas las cosas para nosotros.
Su propio crecimiento. Dios nos da la fuerza para crecer.
Dios nos dice:
«Vive y crece». Dios es nuestro Padre.
El amor. Dios me ama y quiere que sea feliz. Yo puedo
amar a los demás y hacerles felices.

Una cosa hay que tener clara. Su hijo/a se dirigirá
un día a Dios como Padre, si ha tenido la experiencia
de la acogida, la ternura, el amor de un padre y una
madre que se quieren entre sí y quieren de verdad
a su hijo...
Padres, hay que pedir a Dios que nos ayude en esta tarea.
Y pedírselo diariamente en la oración.

Mª Rosa G-Alzorriz Cortina