viernes, 11 de octubre de 2013

SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR...



SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR...

Señor, tú sabes que yo no sé orar.
Enséñanos a orar...
Solo tú, Señor, sabes orar,
Tú oraste en la montaña, en la noche,
Tú oraste en las llanuras de Palestina,
Tú oraste en el huerto de tu agonía.
Tú oraste en la Cruz.
Tú solo, Señor, eres el maestro de oración,
y tu nos has dado a cada uno de nosotros,
como maestro personal, al Espíritu Santo,

Solo, pues, con la confianza en tí, Señor,
maestro de oración,
adorador del Padre en Espíritu y en verdad
solamente con la confianza en el Espíritu
que vive en nosotros,
podemos intentar decir algo, orar,
exhortarnos recíprocamente,
para devolvernos algún don tuyo,
respecto a esta maravillosa realidad.

La oración es la posibilidad que tenemos
de hablar contigo,
Señor Jesús, Salvador nuestro,
por la oración tenemos la posibilidad
de hablar con tu Padre y con el Espíritu,
y de hablar con sencillez y verdad.

Madre nuestra, María, maestra de la oración,
ayúdanos, ilumínanos, guíanos en este camino
que tú también has recorrido antes que nosotros,
conociendo a Dios Padre y su voluntad.
Amén.
(Escrita por el P. Carlo María Martini)
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SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR...

EN TUS MANOS


EN TUS MANOS

En tus manos Padre Santo y Misericordioso,
ponemos nuestra vida,
Tú nos la diste,
Guíala y llénala de tus dones.
Tú estás a nuestro lado,
como roca sólida y amigo fiel,
aún cuando nos olvidamos de tí.
Pero ahora volvemos a tí.
Queremos agarrarnos a la guía
segura de tus manos,
que nos conducen a la Cruz,
Sentimos la necesidad de meditar
y de callar mucho,
sentimos también la necesidad
de hablar para darte gracias.
y para dar a conocer a todos los hombres
las maravillas de tu amor.
Nos separamos de tí, fuente de la vida,
y encontramos la muerte.
Tu Hijo sin embargo no se paró
ante el pecado y la muerte,
sino que con la fuerza del amor,
destruyó el pecado,
redimió el dolor, venció la muerte,
La Cruz de Cristo nos revela que tu amor,
es más fuerte que todo,
el don misterioso y fecundo,
que mana de la cruz,
Es el Espíritu Santo,
que nos hace partícipes,
de la obediencia filial de Jesús,
Nos comunica tu voluntad.
de atraer a todo hombre a
la alegría de una vida
reconciliada y renovada por
el AMOR.
Amén.
Escrita por el P. Carlo María Martini
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