jueves, 29 de septiembre de 2011

CONSAGRACION DE SI MISMO A JESUCRISTO





CONSAGRACION DE SI MISMO A JESUCRISTO,
LA SABIDURIA ENCARNADA, POR MEDIO DE MARIA

¡Oh Sabiduría eterna y encarnada!
¡Oh amable y adorable Jesús, verdadero
Dios y verdadero hombre, Hijo único del
Padre Eterno y de María, siempre virgen!
Os adoro profundamente en el seno y en
los esplendores de vuestro Padre, durante
la eternidad, y en el seno virginal de
María, vuestra dignísima Madre, en el

tiempo de vuestra Encarnación.
Os doy gracias porque os habéis anonadado
y tomado la forma de esclavo para sacarme
de la cruel esclavitud del demonio.
Os alabo y glorifico porque os habéis
sometido a María, vuestra Santa Madre,
en todo, a fin de hacerme por Ella
vuestro fiel esclavo. Pero ¡ay! ingrato
e infiel como soy, no he cumplido mis
deberes, no he cumplido los votos y
promesas que tan solemnemente hice en
el bautismo, no he merecido ser llamado
vuestro hijo ni vuestro esclavo;
y como nada hay en mi que no merezca
vuestra repulsa y vuestra cólera, no
me atrevo a acercarme por mi mismo a
vuestra Santísima y Augusta Majestad.
Por esto he recurrido a la intercesión
de vuestra Santísima Madre, que Vos
me habéis dado como mediadora ante vos,
y por este medio espero obtener de Vos
la contrición y el perdón de mis pecados,
la adquisición y la conservación de la Sabiduría.
Os saludo, ¡oh, Corazón lnmaculado de María!,
tabernáculo viviente de la Divinidad, en donde l
a Sabiduría eterna escondida quiere ser adorada
por los ángeles y los hombres; os saludo,
¡oh Reina del cielo y de la tierra!, a cuyo
imperio está sometido todo lo que hay debajo
de Dios. Os saludo, ¡oh refugio seguro de
los pecadores!, cuya misericordia no falta
a nadie; escuchad los deseos que tengo de
la divina Sabiduría y recibid para ello los
votos y las ofrendas que mi bajeza os presenta.
Yo, N.... pecador infiel, renuevo y ratifico
hoy en vuestras manos los votos de mi bautismo.
Renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas
y a sus obras, y me entrego enteramente a
Jesucristo, Sabiduría encarnada, para llevar
mi cruz tras El, todos los días de mi vida;
y a fin de que sea mas fiel de lo que he sido
hasta ahora, os escojo hoy, ¡oh, María!,
en presencia de toda la corte celestial,
por mi Madre y Señora. Os entrego y consagro,
en calidad de esclavo, mi cuerpo y mi alma,
mis bienes interiores y exteriores, y aun el
valor de mis buenas acciones pasadas, presentes
y futuras, otorgándoos entero y pleno derecho
de mi y de todo lo que me pertenece, sin excepción,
a vuestro agrado,
a la mayor gloria de Dios, en el tiempo y la eternidad.
Recibid, ¡oh virgen benignísima!, esta pequeña ofrenda de mi
esclavitud, en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría
encarnada quiso observar para con vuestra Maternidad, en homenaje del
poder que ambos tenéis sobre este pequeño gusano y miserable pecador,
en acción de gracias por los privilegios con que os dotó la Santísima
Trinidad. Protesto que en adelante quiero, como verdadero esclavo
vuestro, procurar vuestra honra y obedeceros en todo.
¡Oh Corazón Inmaculado de María, Madre admirable! Presentadme a
vuestro Hijo en calidad de eterno esclavo, a fin de que, pues me
rescató por Vos, me reciba de vuestras manos. ¡Oh Madre de
misericordia!, concededme la gracia de alcanzar la verdadera
sabiduría de Dios, y de colocarme, por tanto, entre los que Vos
amáis, enseñáis, guiáis, alimentáis y protegéis como a vuestros hijos
y esclavos. ¡Oh Virgen fiel! Hacedme en todo tan perfecto discípulo,
imitador y esclavo de la Sabiduría encarnada, Jesucristo, vuestro
Hijo, que por vuestra intercesión llegue, a imitación vuestra, a la
plenitud de la perfección sobre la tierra y de gloria en los cielos.
Amén.

" MADRE NUESTRA "



" MADRE NUESTRA "

Madre nuestra! Venos aquí postrados ante tu santa imagen, que nos
dejaste estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor,
bondad y misericordia.
Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable
ternura: "Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y
delicado," cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista
en el cerro del Tepeyac.
Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras.
Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la mas
tierna, la mas compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo
el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.
Virgen Santísima de Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre.
Defiéndenos en las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y
ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los peligros, en las
enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los
abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos compasivos y
no te separes jamás de nosotros.
Amen.