SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR...
Señor, tú sabes que yo no sé orar.
Enséñanos a orar...
Solo tú, Señor, sabes orar,
Tú oraste en la montaña, en la noche,
Tú oraste en las llanuras de Palestina,
Tú oraste en el huerto de tu agonía.
Tú oraste en la Cruz.
Tú solo, Señor, eres el maestro de oración,
y tu nos has dado a cada uno de nosotros,
como maestro personal, al Espíritu Santo,
Solo, pues, con la confianza en tí, Señor,
maestro de oración,
adorador del Padre en Espíritu y en verdad
solamente con la confianza en el Espíritu
que vive en nosotros,
podemos intentar decir algo, orar,
exhortarnos recíprocamente,
para devolvernos algún don tuyo,
respecto a esta maravillosa realidad.
La oración es la posibilidad que tenemos
de hablar contigo,
Señor Jesús, Salvador nuestro,
por la oración tenemos la posibilidad
de hablar con tu Padre y con el Espíritu,
y de hablar con sencillez y verdad.
Madre nuestra, María, maestra de la oración,
ayúdanos, ilumínanos, guíanos en este camino
que tú también has recorrido antes que nosotros,
conociendo a Dios Padre y su voluntad.
Amén.
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