miércoles, 14 de diciembre de 2011

"RECIBE MI ORACIÓN, SEÑOR..."




"RECIBE MI ORACIÓN, SEÑOR..."

Buenas Noches, Señor.

Déjame, en esta hora de calma, expansionar mis sentimientos y
hablarte al corazón. Ayúdame a callar y a escucharte. Entremos,
Señor, en intimidad, en calor de amistad...
Enséñame esta noche a comprender, en tu presencia, que el silencio es
la señal de que me mantengo en el amor...
Déjame ir contando, con sed de Ti, con hambre de infinitud, tu VIDA
oculta en mi alma. Porque es en esa zona profunda, en los grandes
surcos del silencio, donde brota esa capacidad de amor que compendia
la vida toda.
Enséñame, en esta hora de quietud, cara a cara contigo, la
consagración de mi vida en la paz de este abundante ocio.
Dame el verdadero amor al silencio, Señor. Ése que sólo viven quienes
sienten respeto y amor a la palabra. Que sepa yo, sea en noche
oscura, sea en la tenue claridad de las estrellas, sea en pleno día,
intuir el rumor de " la fonte que mana y corre..."
Despierta en mí, Señor, la santa inquietud de que tengo que buscarte
en todo momento y en cada circunstancia, de que has de ser mi único y
mi TODO, de que has de bastarme... Que mi vida solo tenga cadencias
de Ti, direcciones rectas hacia Ti, toda ella esté empapada de Ti...
Acucia esta hambre incontenible de tu Vida en mí y ayúdame a
comprender porqué, queriéndote tanto, vivo presa de mí tantas veces...
Toma mi mano. Ayúdame a ir a Ti para que en Ti me encuentre de veras.
Haz incorruptible mi corazón para que mi mirada atraviese lo que me
quiera desviar de Ti. Y lo mismo que mi instinto defiende mi vida
humana, haz que lo más íntimo de mi ser se levante contra todo lo que
quiera separarme de Ti.
Yo vivo en Ti, parezcas como quieras... Trátame a tu gusto..., pero
no me dejes nunca en otras manos...
Enséñame a tratar contigo. Enséñame la veneración y la confianza, el
arrepentimiento y el amor, la serenidad y el anhelo.
La serenidad..., esa actitud del espíritu en que la pasión cobra
hondura. La pasión que abre cierto aislamiento en torno al alma.
Da serenidad a mi pasión para que sepa yo mantenerla tan al fondo,
que sólo pueda llegar a ella quien de verdad me ame. Y dime, Señor,
el secreto de amar mucho para que el amor no se revele sino cuando
sea necesario... Amar profundamente para saber encauzarlo cuando y
como Tú quieres.
No dejes mi corazón sujeto a tantas cosas, a tantos vaivenes... No
dejes que fácilmente te deje escapar a mis pensamientos...
Pero a pesar de todo, Señor, y a pesar mío, yo te presiento en todo,
porque en Ti encuentro la respuesta a todas mis preguntas.
Tú eres mi Dios. Santidad, pureza, bondad, rectitud, nobleza..., son
nombres que te pertenecen casi exclusivamente a Ti. Enséñame a copiar
tus amables y divinas facciones en mis propias entrañas... Enséñame a
conocer el misterio de tu sublimidad... Que yo entienda, de una vez
para siempre, que mi ser llega a su plenitud al perderse en Ti.
Dame, Dios mío, ojos capaces de ver a Jesucristo. Oídos que
comprendan sus palabras... Y un corazón que sea tocado por tu Corazón
y quede limpio a su contacto... Toma mi mano y ponla suavemente,
confiadamente, en la tuya... Hazme sentir lo que significa CREER,
entregarme a Ti y comenzar cada día la novedad sorprendente de tu
voluntad en mi vida.
Y cuando note ;¡házmelo notar siempre, Señor! que me enredo en el

tiempo, dame la fidelidad que se obstina, a pesar de tantas
experiencias torpes, y la confianza de que siempre, aunque parezca
que todo falla, me das la oportunidad de volver a empezar..., y ¡ME
ESPERAS!
Líbrame del pecado del orgullo. Enséñame a entender quién eres y
quien soy... o, mejor, quién no soy. Dame visión clara, mente
equilibrada, devoción y sabiduría. Dame fuerza para resistir al
desaliento.
Dame ilusión para emprender cada día la tarea de amar sin medida...
Y, GRACIAS, Señor, por escucharme...
¡Buenas noches, Señor!
AMEN
Por Sor Ana María Primo Yúfera, Dominica Contemplativa

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